¿Queréis ver una preciosidad de práctica? Seguid leyendo.
Cuenta la leyenda que en los campos de Soria se libraban batallas diarias, silenciosas y sangrientas. Hablamos de los años 80 del siglo XX. Sí, batallas por la supervivencia tanto de unos como de otros, aunque no hablamos sólo de dos bandos.
Los bandos implicados eran muchos: Lechuzas (Tyto alba), musarañas, ratoncillos de campo, topillos, saltamontes, escarabajos, etc. Bueno, estas batallas se siguen librando, pero nosotros sólo podemos contaros con mayor precisión las de principios del año 86.
¿Cómo? Por medio de 51 egagrópilas recogidas por esas fechas por Aurora, mi compañera profesora de Biología. No me preguntéis por qué, ¡¡25 años después!!, estaban todavía en un bote, se lo preguntáis a ella si podéis. Mirad las fotografías:
Pues sí, resulta que muchas aves van capturando a sus presas y van formando la Egagrópila, una pelota de desperdicios no digeridos (plumas, piel, pelo, huesos, caparazones, etc.) que impide seguir comiendo y, como no pueden expulsarla "por abajo" por la cloaca, tienen que "vomitarla" o regurgitarla. Por cierto, las especies de ave diurnas tienen los jugos gástricos mucho más potentes que las aves nocturnas, así que las egagrópilas que producen son menos curiosas de estudiar porque no poseen tantos "tesoritos" dentro. Mirad cómo extraen los chavales los tesoros de su interior:
Y, a continuación, lo podéis flipar con el trabajo de Laura Almaraz (1ºC Bach.). Ni yo lo hubiera hecho mejor. Creo que le ha llevado unas cuantas tardes realizarlo. Mirad qué fotos más chulas:
Otra bella historia que se puede extraer de este trabajo:
Tyto alba lauri se sentía fuerte tras las energías recibidas de aquellos 6 pequeños mamíferos de los días anteriores. Estaba preparado, era hora de presentar sus respetos y vitalidad a su amada. Sabía que podría defender su territorio, cazar más y sacar adelante a su prole. Sólo tenía que tener cuidado con aquellos mamíferos fáciles de cazar (parecían enfermos de aquellos polvos que echaban los humanos durante el día en los cultivos), con las máquinas veloces de los humanos y aquellos truenos con los que los humanos hacían caer a otras aves.
El resultado puede ser..., (perdón) es una práctica treméndamente curiosa, interesante, motivadora y útil para la comprensión de múltiples relaciones ecológicas demasiado importantes para la comprensión de nuestro mundo. Mirad a los alumnos del Bachillerato Internacional disfrutando y preparando la base para el potente estudio e investigación posterior:
Por supuesto que no somos expertos en egagrópilas ni en su lectura, aunque los aprendices pueden llegar a serlo, pero no es nuestra intención. Se trata de ser expertos en extraer conclusiones de dichas relaciones ecológicas. ¿Qué podemos investigar en una egagrópila?
- Donde se recogen las egagrópilas es donde se posan las aves que las han producido. ¿Descanso, dormidero, puesto de caza, etc.?
- Por el tipo de egagrópila se puede saber la especie que la ha producido.
- Se puede saber qué especies fueron comidas, por los restos de su interior.
- Se puede hacer un estudio indirecto del tamaño de las poblaciones del cazador y de sus presas.
- Se pueden establecer relaciones alimenticias o tróficas, es decir, cadenas y redes tróficas. Las presas comen granos de gramíneas, hierbas, raíces, frutos, semillas, lombrices, invertebrados, etc. y las presas son comidas por lechuzas y otros depredadores. Es decir, tremendas batallas diarias por la supervivencia (territorio, alimento, parejas reproductoras, prole, etc.).
- Se pueden extraer conclusiones evidentes de la incidencia en el medio de diferentes actividades humanas, como por ejemplo el uso de productos químicos (herbicidas, fungicidas, abonos, etc.) en nuestros cultivos, el uso de venenos para las mal llamadas "alimañas" (por sus connotaciones despectivas), el peligro de la contaminación de los suelos y las aguas, el peligro de los tendidos eléctricos para las aves, la velocidad de los coches para que las especies puedan evitar su impacto o atropello, etc.
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