El profesor de Biología, David Rosa, nos encargó la tarea de “crear un mesocosmos sustentable”. El día que nos dijo esto, no teníamos la menor idea sobre lo que teníamos que hacer, pero buscamos información sobre la tarea y descubrimos que lo que nos pedía era crear un ecosistema cerrado que pudiera vivir por sí solo, sin que nosotros interviniéramos en él. Con esta información en mano, más adelante establecimos en clase unas restricciones para crear nuestro mesocosmos: debía tener al menos dos plantas de especies distintas, estaba prohibido utilizar animales y debía ser un sistema cerrado en el que sólo entrara energía, nada de materia. Además, debía sobrevivir al menos un mes. Podíamos escoger las plantas que quisiéramos y la cantidad que viéramos adecuada, igual que el tamaño del recipiente en el que debía estar el mesocosmos que llevaríamos a clase para ir comprobando cómo evolucionaba. Para llevar esta práctica a cabo correctamente, debíamos tener en cuenta las variables que formaban parte del experimento: la variable dependiente, la que debemos estudiar (si sobrevivirá o no); la variable independiente, las que podemos modificar (la posición del mesocosmos, la cantidad de luz que recibe); y la variable controlada, es decir, la que se fija al principio del experimento y no se puede cambiar (la cantidad de agua que tiene la planta, la humedad, la temperatura…).
De esta forma, comenzamos a construir nuestro mesocosmos: buscamos información sobre cuáles eran las plantas más adecuadas para cada tipo de ecosistema que queríamos crear y lo que nos hacía falta para que sobrevivieran por sí solas. En mi mesocosmos, he utilizado dos especies de plantas (Adiantum raddianum fragantissimum y Fittonia verschaffeltii) que necesitan mucha humedad para sobrevivir y tienen una valencia ecológica pequeña, es decir, su curva de tolerancia o capacidad para sobrevivir en distintas condiciones es estrecha.
A pesar de que cada mesocosmos es distinto a su manera, todos debían tener ciertas cosas comunes para que el resultado fuera óptimo: las plantas debían tener tierra, arena o agua (dependiendo del tipo de ecosistema, terrestre o acuático), como no, para poder conseguir nutrientes (como el carbono, el nitrógeno, el fósforo, etc.) para alimentarse y llevar a cabo la fotosíntesis. También eran necesarios organismos descomponedores (como los saprótrofros) presentes en esta tierra que se encargaban de cerrar el ciclo de la materia cuando alguna hojita de las plantas cayera muerta al sustrato y mantener el flujo de la energía (que comenzaba con la entrada de luz y terminaba con esta energía saliendo en forma de calor). Las plantas, (que serían los organismos autótrofos, es decir, los productores) junto con estos saprótrofos (los descomponedores, que son organismos heterótrofos), forman la comunidad o biocenosis del ecosistema creado, con sus correspondientes relaciones tróficas (la energía de los productores pasa a los descomponedores directamente, ya que no podemos usar animales, los consumidores, por la política B.I.) y la luz, el agua, la tierra, etc. forman lo que sería el biotopo.
Las plantas además necesitaban un sistema de riego interno, ya fuera natural, mediante la condensación del agua sobrante en el recipiente, o artificial, mediante algún mecanismo que fuera autosuficiente. Con esto en mente, pasamos a la acción, y el día que el profesor había establecido, todos nuestros mesocosmos estaban en clase, listos para ser cerrados y colocados en el lugar que habíamos preparado para ellos.
Ahora, después de que haya pasado el mes establecido, hemos valorado de forma final el estado de nuestros mesocosmos: en mi caso, ambas plantas no sólo han sobrevivido sino que también han crecido, dentro de lo que han podido en el reducido espacio del tarro. En otros mesocosmos algunas plantas no han conseguido sobrevivir, han nacido nuevas plantas que no se sabía que estaban allí y hasta han aparecido animales cuyas larvas o crías estaban en la tierra y han podido nacer en las condiciones proporcionadas por el mesocosmos.
Tras realizar este experimento, he podido observar todos los factores que entran en juego en un ecosistema y lo complicado que lo tiene la ecología a la hora de estudiar esto por la gran cantidad de variables que pueden modificar los resultados. Me ha parecido una gran forma de estudiar ecología de manera distinta y mucho más entretenida que simplemente leyendo sobre todo lo que hemos observado en nuestros mesocosmos en un libro de texto.
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